Noche oscura, mirando al cielo, se veían las estrellas y nieve cayendo. Estaba observando los copos de nieve, se veían tan pequeños, frágiles y delicados. Me sentía feliz, el día siguiente era Año Nuevo. Me porté bien durante el año entero para recibir buenos regalos y algo nuevo, de ropa, por ejemplo. ¡La noche era tan estupenda! Llegaron mis primas a casa, las dos, y mayores que yo. Estaban un poco tristes y desanimadas, yo no sabía por qué razón. ¡Pero si mañana es fiesta! - les dije yo, ellas ni caso y se encerraron en su habitación. No les dejaba en paz yo e insistí para que me dijieran qué era lo que les pasaba. Era una pesada en aquellos tiempos yo. A continuación me dijieron que los regalos de Papa Noél no serían muchos, ni tampoco los tan deseados. Les pregunté que cómo lo sabían y me dijieron que ellas los habían visto encima de un armario en el despacho. Tuve la curiosidad como todos los niños entre siete y ocho años. Por lo tanto cogí una silla, subí para ver si no era una mentira. Encima del armario había una caja y al abrir, vi tres Tamagotchi muy divertidos. Finalmente, les dije que aún no se sabía si serían aquellos los regalos de Papa Noél, y las chicas me dijieron que todo era un invento para los niños. ¡Papa Noél no existe! Me puse muy triste porque realmente creía en él, aunque hasta la Nochevieja no lo confirmé. A las doce en punto de la noche siguiente, vi los regalos debajo del árbol y allí empecé a creer... pero ya en los padres. :/
La verdad sobre los reyes magos Como todos sabemos los niños de 1 a 10 años aproximadamente tenemos la ilusión de que existe el ratoncito Pérez, papá Noel y los Reyes Magos. Pero llega un momento en nuestra vida donde nos enteramos de la verdad, es un poquito difícil pero nos adaptamos. Durante toda mi infancia me mantuvieron engañada, y todas las noches del 5 de Enero me acostaba temprano y me ponía hacer cosas “como dejar galletas y leche debajo del árbol “para que los reyes me trajeran mis regalos. Cuando yo me enteré de la verdad apenas tenía 9 años y fue porque me lo dijo mi hermana, yo la ignoré totalmente y lo único que le contesté fue: Hagamos como si no me has contado nada, por el miedo que tenía de perder mis regalos. A los 10 años se repitió la historia pero esta vez lo dije yo que todo pasó porque me llevaron a mí a comprar los regalos como si fueran para regalárselo a otra persona. Y el día de los Reyes dije la verdad. Esta vez me arriesgue a la consecuencia aunque pensé que sería mi último regalo, pero me equivoqué porque hasta el día de hoy me siguen regalando.
Las mentiras de los mayores Este año decidí decirle a mi hermano quién es el verdadero Papá Noel. Era una tarde antes de Navidad. Fui a buscarlo al colegio y hablando por el camino me preguntaba cosas sobre Papá Noel, Los Reyes Magos y Caga Tio. Entonces, decidí decirle toda la verdad, y lo hice pero a cambio me dió una respuesta sorprendente. Me dijo que prefería hacer como si no le hubiera dicho nada y que no insistiera más en que los padres son los que compran y dan los regalos de las fiestas navideñas. Ya que les había contado a mis padres lo que pasó, ellos quisieron darle los regalos de su parte y no como si fueran de los personajes imaginarios. Al comentarlo con mi hermano, se puso a llorar y otra vez les dijo que no quería aceptarlo y que sería mejor que las cosas siguieran como antes. Al cabo de unos días se olvidó de eso y ya no hemos vuelto a hablar del tema.
Era un cinco de enero y mis padres, como cada año en esas fechas, nos mandaban a dormir temprano a mis hermanas y a mi. Justamente ese día no tenía sueño, más que todo porque estaba nerviosa e intrigada por si los Reyes me traerían los regalos que había pedido. Me levanté mas o menos a la una de la madrugada pera ir a beberme un vaso de leche para ver si podía conciliar el sueño. Cuando salí de mi habitación vi a mi padre comiéndose las galletas y bebiéndose el vaso de leche que habíamos dejado para los Reyes, y vi a mi madre sacar los regalos de una bolsa y ponerlos al rededor del árbol de Navidad. Me desilusioné tanto que me puse a llorar, e hice que mis hermanas se levantaran, pero ellas no mostraban ninguna desilusión, supongo que al ser mayores que yo ya sabían que los Reyes no existían. Me indigné tanto que cuando empezaron las clases, comencé a decirles a mis compañeras que los Reyes Magos no existían, pues eran los padres. Las madres al enterarse de lo que yo estaba diciendo, fueron a hablar con mi tutora para quejarse ya que yo les quité toda la ilusión a mis compañeros. Finalmente, mi madre habló conmigo y me dijo que había crecido lo suficiente como para saber la realidad, como me sentí mayor al saberlo, empecé a dejar pasar por alto que los Reyes no existían. Desde entonces mis padres no dan los regalos al levantarnos.
Cuándo y cómo descubrí que los Reyes Magos no existen:
Hace ya un par de años que se me avecinaban cambios en mi vida, la primera de ellas fue descubrir que los Reyes Magos no existían. A mis siete años, unos compañeros de clase y yo comenzamos a hablar sobre los que nos traerían los Reyes Magos ya que faltaban escasos días para ese dichoso día. Hablando un compañero comentó una frase que nos hizo ver una realidad muy distinta a la que estábamos acostumbrados, su frase fue: “Mi hermana mayor me ha dicho que los Reyes Magos no existen y que los regalos los compran los padres días antes”. Esa frase caló muy fondo en mí así que decidí comprobarlo yo mismo. Al volver a casa vi que mis padres no estaban, entonces comencé a buscar los regalos pero busqué y busqué y no encontré absolutamente nada, por lo que llegué a la conclusión que mi compañero había sido engañado por su hermana. Pasaron los días y llegó el día anterior al día de Reyes, tenía mucha ilusión así que me fui a dormir temprano, pero por la ilusión que tenía no podía dormirme. A eso de las 1:00 AM sentí unos ruidos, y uno de esos ruidos lo reconocí: ¡alguien había entrado o salido de casa! Así que decidí hacerme el hombrecito y levantarme de mi cama para ver quién estaba en casa. Salí de mi habitación y busqué por toda la casa a mis padres pero para sorpresa mía: ¡no estaban! Así que me puse a ver la tele, porque tenía un poco de miedo, hasta que me quedé dormido. Me desperté cuando oí entrar a mis padres en casa, me hice el medio dormido con un ojo medio abierto. Cuando ellos entraron en el comedor pude apreciar que llevaban unas bolsas en las manos y oí que mi padre le decía a mi madre lo siguiente: “-Antes de envolver llevémoslo a su habitación”. Al escuchar eso me desperté de seguida y les pillé como ponían los regalos en la mesa para envolverlos. Ellos al ver que les había pillado intentaron poner excusas como diciendo que los Reyes les habían llamado para avisarles que los regalos estaban en la entrada del bloque de pisos, pero no coló porque les dije que ya llevaba rato allí y no se tardaba tanto en subir y bajar. Así que cogí mis bolsas y comencé a abrir las cajas de regalos, ¡por suerte estaban todos los que había pedido! Y así fue como descubrí que los Reyes Magos no existían y le di la razón a mi compañero.
Noche cálida de enero, más de lo que me esperaba puesto a que los últimos días Lima había sufrido un invierno insoportable , habían transcurrido un par de días ya desde que se inició el nuevo año , pero todo guardaba la misma calma , la misma rutina. — ¿Papá, podemos ir a la feria de los Reyes magos esta vez? — le susurré a mi padre en el oído para que mi madre no se pueda dar cuenta de mi plan. — ¡Claro que sí hijo!, iremos lo más temprano posible para verlos desde cerca — me contestó en voz alta. Mis mejillas se sonrojaron, ya que mi madre había escuchado la respuesta de mi padre, que lo único que mostraba era emoción, no privacidad como yo lo quería. — ¿A dónde van? ¿Por qué tanto secreto? — Dijo mi hermano mayor, dirigiéndose hacia mí. Mi padre al ver que yo no contestaba, lo hizo él. —A la feria de Reyes— Contestó con su voz pausada y firme. —Pero papá, ¡Los Reyes Magos no existen! — Exclamo mi hermano. ¿Los Reyes Magos no existen? dije en mi mente hasta que tuve la osadía de preguntárselo a mi padre para de una vez desengañar una de mis creencias: — ¿Es eso verdad, papá? — Dije casi susurrando, como si dudara en preguntárselo. — No lo sé hijo, quizá sea verdad, o quizá mentira. Personalmente nunca los he visto trayendo regalos — Dijo mi padre con intención de no herir mis sentimientos infantiles. — ¿Esto quiere decir que desde ahora no tendré regalos? — Le pregunté con la mirada triste. — ¡Claro que tendrás regalos, campeón! Mientras yo esté a tu lado tendrás regalos cada año.
Mi rostro cambió por completo de la tristeza a la alegría, y con un abrazo cálido se lo agradecí.
¡Papa Noél no existe!
ResponderEliminarNoche oscura, mirando al cielo, se veían las estrellas y nieve cayendo. Estaba observando los copos de nieve, se veían tan pequeños, frágiles y delicados. Me sentía feliz, el día siguiente era Año Nuevo. Me porté bien durante el año entero para recibir buenos regalos y algo nuevo, de ropa, por ejemplo. ¡La noche era tan estupenda!
Llegaron mis primas a casa, las dos, y mayores que yo. Estaban un poco tristes y desanimadas, yo no sabía por qué razón. ¡Pero si mañana es fiesta! - les dije yo, ellas ni caso y se encerraron en su habitación. No les dejaba en paz yo e insistí para que me dijieran qué era lo que les pasaba. Era una pesada en aquellos tiempos yo. A continuación me dijieron que los regalos de Papa Noél no serían muchos, ni tampoco los tan deseados. Les pregunté que cómo lo sabían y me dijieron que ellas los habían visto encima de un armario en el despacho. Tuve la curiosidad como todos los niños entre siete y ocho años. Por lo tanto cogí una silla, subí para ver si no era una mentira. Encima del armario había una caja y al abrir, vi tres Tamagotchi muy divertidos.
Finalmente, les dije que aún no se sabía si serían aquellos los regalos de Papa Noél, y las chicas me dijieron que todo era un invento para los niños. ¡Papa Noél no existe! Me puse muy triste porque realmente creía en él, aunque hasta la Nochevieja no lo confirmé. A las doce en punto de la noche siguiente, vi los regalos debajo del árbol y allí empecé a creer... pero ya en los padres. :/
La verdad sobre los reyes magos
ResponderEliminarComo todos sabemos los niños de 1 a 10 años aproximadamente tenemos la ilusión de que existe el ratoncito Pérez, papá Noel y los Reyes Magos.
Pero llega un momento en nuestra vida donde nos enteramos de la verdad, es un poquito difícil pero nos adaptamos.
Durante toda mi infancia me mantuvieron engañada, y todas las noches del 5 de Enero me acostaba temprano y me ponía hacer cosas “como dejar galletas y leche debajo del árbol “para que los reyes me trajeran mis regalos.
Cuando yo me enteré de la verdad apenas tenía 9 años y fue porque me lo dijo mi hermana, yo la ignoré totalmente y lo único que le contesté fue: Hagamos como si no me has contado nada, por el miedo que tenía de perder mis regalos. A los 10 años se repitió la historia pero esta vez lo dije yo que todo pasó porque me llevaron a mí a comprar los regalos como si fueran para regalárselo a otra persona.
Y el día de los Reyes dije la verdad. Esta vez me arriesgue a la consecuencia aunque pensé que sería mi último regalo, pero me equivoqué porque hasta el día de hoy me siguen regalando.
Las mentiras de los mayores
ResponderEliminarEste año decidí decirle a mi hermano quién es el verdadero Papá Noel.
Era una tarde antes de Navidad. Fui a buscarlo al colegio y hablando por el camino me preguntaba cosas sobre Papá Noel, Los Reyes Magos y Caga Tio. Entonces, decidí decirle toda la verdad, y lo hice pero a cambio me dió una respuesta sorprendente. Me dijo que prefería hacer como si no le hubiera dicho nada y que no insistiera más en que los padres son los que compran y dan los regalos de las fiestas navideñas.
Ya que les había contado a mis padres lo que pasó, ellos quisieron darle los regalos de su parte y no como si fueran de los personajes imaginarios. Al comentarlo con mi hermano, se puso a llorar y otra vez les dijo que no quería aceptarlo y que sería mejor que las cosas siguieran como antes.
Al cabo de unos días se olvidó de eso y ya no hemos vuelto a hablar del tema.
La primer desilusión de una niña
ResponderEliminarEra un cinco de enero y mis padres, como cada año en esas fechas, nos mandaban a dormir temprano a mis hermanas y a mi. Justamente ese día no tenía sueño, más que todo porque estaba nerviosa e intrigada por si los Reyes me traerían los regalos que había pedido.
Me levanté mas o menos a la una de la madrugada pera ir a beberme un vaso de leche para ver si podía conciliar el sueño. Cuando salí de mi habitación vi a mi padre comiéndose las galletas y bebiéndose el vaso de leche que habíamos dejado para los Reyes, y vi a mi madre sacar los regalos de una bolsa y ponerlos al rededor del árbol de Navidad. Me desilusioné tanto que me puse a llorar, e hice que mis hermanas se levantaran, pero ellas no mostraban ninguna desilusión, supongo que al ser mayores que yo ya sabían que los Reyes no existían.
Me indigné tanto que cuando empezaron las clases, comencé a decirles a mis compañeras que los Reyes Magos no existían, pues eran los padres.
Las madres al enterarse de lo que yo estaba diciendo, fueron a hablar con mi tutora para quejarse ya que yo les quité toda la ilusión a mis compañeros. Finalmente, mi madre habló conmigo y me dijo que había crecido lo suficiente como para saber la realidad, como me sentí mayor al saberlo, empecé a dejar pasar por alto que los Reyes no existían.
Desde entonces mis padres no dan los regalos al levantarnos.
Cuándo y cómo descubrí que los Reyes Magos no existen:
ResponderEliminarHace ya un par de años que se me avecinaban cambios en mi vida, la primera de ellas fue descubrir que los Reyes Magos no existían. A mis siete años, unos compañeros de clase y yo comenzamos a hablar sobre los que nos traerían los Reyes Magos ya que faltaban escasos días para ese dichoso día. Hablando un compañero comentó una frase que nos hizo ver una realidad muy distinta a la que estábamos acostumbrados, su frase fue: “Mi hermana mayor me ha dicho que los Reyes Magos no existen y que los regalos los compran los padres días antes”. Esa frase caló muy fondo en mí así que decidí comprobarlo yo mismo. Al volver a casa vi que mis padres no estaban, entonces comencé a buscar los regalos pero busqué y busqué y no encontré absolutamente nada, por lo que llegué a la conclusión que mi compañero había sido engañado por su hermana. Pasaron los días y llegó el día anterior al día de Reyes, tenía mucha ilusión así que me fui a dormir temprano, pero por la ilusión que tenía no podía dormirme. A eso de las 1:00 AM sentí unos ruidos, y uno de esos ruidos lo reconocí: ¡alguien había entrado o salido de casa! Así que decidí hacerme el hombrecito y levantarme de mi cama para ver quién estaba en casa. Salí de mi habitación y busqué por toda la casa a mis padres pero para sorpresa mía: ¡no estaban!
Así que me puse a ver la tele, porque tenía un poco de miedo, hasta que me quedé dormido.
Me desperté cuando oí entrar a mis padres en casa, me hice el medio dormido con un ojo medio abierto. Cuando ellos entraron en el comedor pude apreciar que llevaban unas bolsas en las manos y oí que mi padre le decía a mi madre lo siguiente: “-Antes de envolver llevémoslo a su habitación”. Al escuchar eso me desperté de seguida y les pillé como ponían los regalos en la mesa para envolverlos. Ellos al ver que les había pillado intentaron poner excusas como diciendo que los Reyes les habían llamado para avisarles que los regalos estaban en la entrada del bloque de pisos, pero no coló porque les dije que ya llevaba rato allí y no se tardaba tanto en subir y bajar. Así que cogí mis bolsas y comencé a abrir las cajas de regalos, ¡por suerte estaban todos los que había pedido!
Y así fue como descubrí que los Reyes Magos no existían y le di la razón a mi compañero.
¿Por qué tanto secreto?
ResponderEliminarNoche cálida de enero, más de lo que me esperaba puesto a que los últimos días Lima había sufrido un invierno insoportable , habían transcurrido un par de días ya desde que se inició el nuevo año , pero todo guardaba la misma calma , la misma rutina.
— ¿Papá, podemos ir a la feria de los Reyes magos esta vez? — le susurré a mi padre en el oído para que mi madre no se pueda dar cuenta de mi plan.
— ¡Claro que sí hijo!, iremos lo más temprano posible para verlos desde cerca — me contestó en voz alta.
Mis mejillas se sonrojaron, ya que mi madre había escuchado la respuesta de mi padre, que lo único que mostraba era emoción, no privacidad como yo lo quería.
— ¿A dónde van? ¿Por qué tanto secreto? — Dijo mi hermano mayor, dirigiéndose hacia mí.
Mi padre al ver que yo no contestaba, lo hizo él.
—A la feria de Reyes— Contestó con su voz pausada y firme.
—Pero papá, ¡Los Reyes Magos no existen! — Exclamo mi hermano.
¿Los Reyes Magos no existen? dije en mi mente hasta que tuve la osadía de preguntárselo a mi padre para de una vez desengañar una de mis creencias:
— ¿Es eso verdad, papá? — Dije casi susurrando, como si dudara en preguntárselo.
— No lo sé hijo, quizá sea verdad, o quizá mentira. Personalmente nunca los he visto trayendo regalos — Dijo mi padre con intención de no herir mis sentimientos infantiles.
— ¿Esto quiere decir que desde ahora no tendré regalos? — Le pregunté con la mirada triste.
— ¡Claro que tendrás regalos, campeón! Mientras yo esté a tu lado tendrás regalos cada año.
Mi rostro cambió por completo de la tristeza a la alegría, y con un abrazo cálido se lo agradecí.